Suele hablarse de la “salida” de la pandemia en términos colectivos: la vuelta al trabajo presencial, la reactivación de la actividad económica, la modificación de ciertos hábitos o prácticas que se instalaron como nuevas modalidades… Pero a nosotros nos ocupa lo que para cada uno representa este movimiento. Habrá que preguntarse ¿de qué sale cada quién? De qué modo singular impactó este tiempo en cada vida y cuáles son los desafíos que para cada uno presenta. No se puede pensar la salida sin reflexionar acerca de cada recorrido, el modo particular del padecer que para cada persona implicó la pandemia.
Cada pérdida, cada dificultad, cada condición presentará sus recursos. Sus posibilidades y también sus imposibles.
Así, entonces, se podrá pensar cada salida como una creación, una invención con lo que se tiene entre manos, incluido el dolor.