Rilke
Se atribuye al poeta Rilke esta expresión que anuda la infancia con la pertenencia a una tierra. Las raíces, los ancestros, la historia. Aquello que nos precede, la cultura a la cual advenimos, alojándonos y a su vez ofreciéndonos los primeros encuentros con el malestar. Todo ello se va adquiriendo a través de la entrada en lo que se denomina comúnmente, “la lengua materna”.
La infancia es ese tiempo en el que se constituye el recurso de la palabra. Se aprehende mucho más que un lenguaje. Se inscriben modos de comprender el mundo, modos de estar y vincularse con los otrxs. Las primeras palabras transmitidas configuran y soportan el montaje de “lo que somos”.
Las palabras portan afectos y así, en esa intrincada mixtura dan cuenta de nuestra vida anímica. Es por ello que al momento de pensar en la posibilidad de un psicoanálisis (o una terapia psicológica), conviene tener cuenta estas consideraciones. Poder hablar en el marco de la lengua materna no es una condición menor, sino la vía más directa hacia ese momento en que la urdimbre de la historia de cada unx comenzó a tejerse.
Créditos por la imágen: https://www.territorioancestral.cl/